“Ya no queda nada. Todo se ha convertido en polvo”
Tras semanas de intensos combates, Ucrania ha perdido el control del mar de Azov. Las tropas del Kremlin se han hecho con el puerto de Mariupol, el principal de esas aguas, y han entrado ya en la estratégica ciudad. Con algo más de 400.000 habitantes, la urbe portuaria es una de las piezas clave de las aspiraciones de Putin. Su control permitiría a Moscú una mejor logística de suministros y refuerzos a las unidades del Ejército ruso que están más al oeste y facilitaría una operación para hacer una pinza con la que rodear a las fuerzas ucranias alrededor del Donbás. Pero, sobre todo, allanaría el camino para completar un corredor desde la península ucrania de Crimea, que Moscú se anexionó ilegalmente en 2014, hasta los territorios de Donetsk y Lugansk, controlados por el Kremlin a través de los separatistas prorrusos, a los que sustenta desde hace ocho años y que son la base del argumentario de lo que Putin ha llamado “operación militar especial” para “desnazificar” Ucrania y proteger a la población rusófona del Donbás, región a la que pertenece la asediada Mariupol.
Una ciudad simbólica para el Kremlin también porque su conquista significaría la derrota del batallón Azov, de corte ultranacionalista, y ahora parte de la guardia nacional de Ucrania, en su propia base, su sede, su cuartel general, comenta Alexéi, un programador de 27 años, que acaba de llegar con su esposa, su suegra y el hijo de cuatro años de esta a Zaporiyia. “Las luchas son brutales dentro de la ciudad. Los rusos disparan y los azov responden. Desde cualquier lugar. Desde dentro de la ciudad, desde pisos, desde edificios de apartamentos. Y nosotros en medio de todo”, cuenta. “Hay disparos de artillería y bombardeos cada media hora. Te duermes con bombas y te despiertas con bombas”. Un sonido que cala hasta el tuétano. Como el miedo.
Misiles hipersónicos
Parece que Rusia, junto con China y Corea del Norte, van por delante en esta tecnología que promete llevar un misil a cualquier parte del mundo en una hora, que es capaz de desplazarse a través de las bajas capas de la atmósfera para escapar a los radares y que maniobra en los últimos metros para sortear las defensas antimisiles.
La hipervelocidad, la capacidad para desplazarse a una velocidad entre diez y veinte veces superior a la del sonido, es junto a las armas láser y la inteligencia artificial, la tecnología de ruptura que promete romper con todos los equilibrios militares. Pueden ser estratégicos, tácticos, con carga nuclear o convencional. Según el Center for Strategic & International Studies (CSIS), no tardaremos en encontrar la tecnología para detenerlos, pero esta exigirá una sofisticación que solo los grandes ejércitos, con importantes inversiones, pueden permitirse.
El Kinzhal debutó el viernes al destruir un depósito de armas próximo a Ivano-Frankvisk. (El misil lanzado ayer en Ucrania forma parte de una familia de armas desarrollada en el año 2018 con el nombre de Zinzhal (Daga)).
«Hipervelocidad» se refiere a velocidades en el rango de unos pocos kilómetros por segundo a algunas decenas de kilómetros por segundo. Esto es especialmente relevante en el campo de la exploración espacial y el uso militar del espacio, donde los impactos a hipervelocidad (por ejemplo, por desechos espaciales o un proyectil atacante ) pueden resultar en cualquier cosa, desde la degradación de un componente menor hasta la destrucción completa de una nave espacial o un misil. El impactador, así como la superficie que golpea, puede sufrir una licuefacción temporal . El proceso de impacto puede generar descargas de plasma , que pueden interferir con la electrónica de la nave espacial. La hipervelocidad suele ocurrir durante las lluvias de meteoritos y las reentradas al espacio profundo, como se lleva a cabo durante los programas Zond , Apollo y Luna . Dada la imprevisibilidad intrínseca del tiempo y las trayectorias de los meteoros, las cápsulas espaciales son las principales oportunidades de recopilación de datos para el estudio de materiales de protección térmica a hipervelocidad (en este contexto, la hipervelocidad se define como mayor que la velocidad de escape ). Dada la rareza de tales oportunidades de observación desde la década de 1970, las reentradas de la cápsula de retorno de muestra (SRC) de Genesis y Stardust , así como la reentrada reciente de Hayabusa SRC, han generado campañas de observación, sobre todo en el Centro de Investigación Ames de la NASA .
Hayabusa 2 (はやぶさ2) fue lanzada el 3 de diciembre de 2014, hace ya seis años, y el 27 de junio de 2018 llegó al asteroide Ryugu, que resultó ser un asteroide de tipo pila de escombros. En vez de ser un objeto sólido, Ryugu está formado por rocas y guijarros de todos los tamaños, sin prácticamente regolito en su superficie, una característica que dificultó la tarea de recoger muestras. El 21 de septiembre la sonda desplegó los dos pequeños rovers japoneses MINERVAII-1 (HIBOU y OWL), de apenas 1 kg cada uno, que exploraron la superficie de Ryugu dando saltos, mientras que el 2 de octubre de 2018 le tocó el turno al rover franco-alemán MASCOT, que funcionó durante 17 horas sobre el pequeño asteroide. Un cuarto rover, el MINERVA-II2, falló antes de ser desplegado. El 21 de febrero de 2019 a las 22:30 UTC Hayabusa 2 tocó la superficie del asteroide para recoger muestras en la zona de Tamatebako. A diferencia de OSIRIS-REx, que usó un chorro de nitrógeno para recoger muestras del asteroide Bennu, las sondas Hayabusa emplearon un dispositivo en forma de «manguera» que entró en contacto con la superficie y, en ese momento, un proyectil de tántalo de 5 gramos se lanzó contra el suelo a 300 m/s para levantar guijarros y regolito que pudiesen ser capturados por la nave.
La cápsula de la sonda Hayabusa 2 regresa a la Tierra con muestras del asteroide Ryugu
Japón se ha marcado un nuevo tanto en la exploración del sistema solar que pasará a la historia. La cápsula de la sonda Hayabusa 2 aterrizó con éxito ayer día 5 de diciembre de 2020 en Woomera, Australia (la hora exacta del aterrizaje no se ha calculado aún, pero se supone que fue alrededor de las 17:53 UTC). En su interior la cápsula lleva una cantidad todavía no determinada de muestras del asteroide Ryugu (aunque se estima que serán unos cien miligramos). Japón revalida su posición como único país que ha logrado recoger muestras de un asteroide y traerlas a la Tierra, a la espera que la sonda OSIRIS-REx de la NASA vuelva a nuestro planeta con rocas del asteroide Bennu en 2023. Hayabusa 2 es la segunda misión que trae muestras de un asteroide tras la Hayabusa 1, que en junio de 2010 regresó con unos pocos granos —granos, de la superficie del asteroide Itokawa.
Hayabusa 2 abandonó Ryugu el 13 de noviembre de 2019. El 17 de septiembre de 2020 la sonda completó la fase de corrección de su trayectoria de regreso a la Tierra usando los motores iónicos, una fase que había empezado el pasado mayo. Después de soltar la cápsula, la sonda Hayabusa 2 pasó por otro momento crítico de la misión al estar 33 minutos en la sombra de la Tierra, una parte de la trayectoria no exenta de riesgo. Afortunadamente, todo salió bien y Hayabusa 2 podrá continuar su odisea particular. Porque, aunque la cápsula con las muestras ya está en la Tierra, la sonda seguirá explorando asteroides. En julio de 2026 sobrevolará el asteroide 2001 CC21 y en 2031 orbitará el asteroide 1998 KY26, donde terminará su misión. No cabe duda de que JAXA ha sabido rentabilizar su misión.