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GODZILL@ PARTE 5

GODZILL@, FE EN LAS BESTIAS

PARA ESTE GODZILL@, LA RAZA HUMANA NO ES MÁS QUE UNA COLONIA DE HORMIGAS, IRRELEVANTES A SUS BESTIALES OJOS, QUE SIN NUESTRAS FALLAS Y MIEDOS, NO EXISTIRÍA.

En 1954, cuando el enorme kaiju original hacía su teatral aparición en las costas japonesas, directamente de la mente de su creador, Ishirō Honda, el mundo venía de una profunda crisis mundial de orden político, social y moral que vio en Gojira (1954) una somatización a los miedos radioactivos, quizá de apariencia burda, pero sin duda una fuerza no destructiva, sino equilibradora. Ahora, después de una funesta resurrección en 1998, el kaiju regresa en un contexto social igual, o quizá aun más alarmante, a proporcionarnos un ambiguo balance en más de un aspecto.

El director Gareth Edwards, la mente detrás de la efectiva Monsters (2010), presenta una revisión osada del popular mito nipón, una que se decanta por una meticulosa ingeniería de tensión y suspenso en la que Gojira no es una bestia, sino una especie de Dios Depredador, y, como tal, omnipresente, dirigiendo la trama, pero apenas visible. Godzilla tiene una dimensión épica, el tamaño adecuado de un blockbuster. Su colosal tamaño genera una atmósfera ominosa, sumida en una cuidadosa construcción de escenarios caóticos, abandonados y apocalípticos.

El darwinismo propuesto por Edwards deja que la fuerza de las ancestrales bestias sea apenas percibida, decisión que ha causado el alarido de una parte importante de la audiencia, acostumbrada al consistente bombardeo y la sobreexposición del platillo veraniego tradicional. En Godzilla, el factor humano juega un rol fundamental que busca dimensionar y contextualizar temas como la venganza o retribución para que estén a la par del simple, pero poderoso, dilema del kaiju.

Por otro lado, la elaboración previa a la aparición del kaiju es un portento tremendamente hábil que toma inspiración de clásicos veraniegos como Tiburón (Jaws, 1975) o Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993) de Steven Spielberg, actualizando muchos de los temas centrales de ambas cintas en su revisión, como el terror mítico que se encarna, la vorágine de la arrogancia humana y la ambigüedad de la naturaleza que sólo encuentra adjetivos en la experiencia humana.

Mucho se ha hecho en comparar lo logrado con Titanes del Pacífico (Pacific Rim, 2013) de Guillermo del Toro, y lo conseguido por Edwards, pero estamos hablando de bestias radicalmente diferentes, cada una con un propósito y un acercamiento particular. Mientras que el filme de Del Toro es una estridente pero compleja pieza, el filme de Edwards es elegante, austero y atmosférico, reforzado por el excepcional score de Alexandre Desplat, quien por primera vez en mucho tiempo se aleja de su zona de confort.

GODZILL@, EL MONSTRUO DE LA NATURALEZA ANTE LA AMENAZA NUCLEAR.

El contexto del estreno de la primera película de Godzilla en 1954 es tan vital que sin él seguramente no se hubiera dado. Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón quedó rendida por los lanzamientos de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Pero eso no fue todo. La ocupación de Estados Unidos continuó en el archipiélago de facto hasta 1952, y en ese tiempo la potencia norteamericana utilizó sus posiciones en el Pacífico como campo de pruebas para sus nuevas armas.

Además de las pruebas en el atolón Bikini con bombas nucleares -pasado que se deja ver en las primeras escenas de la película de 2014-, el ejército norteamericano lanzó en 1952 en la isla de Eugelab la primera bomba de hidrógeno de la historia, la cual se calcula que tenía 1.000 veces más potencia que la que fue lanzada en Hiroshima. Una de estas explosiones afectó por sus efectos en el entorno a un pequeño atunero japonés, afectando la radiación a su tripulación y llevando a la muerte al jefe de radio del barco, Aikichi Kuboyama. El impacto de la noticia sobre la compungida población nipona no pudo ser mayor.

Hoy es conocido que esta ansiedad ante el temor atómico fue lo que inspiró al productor Tomoyuki Tanaka a pensar en el personaje de Godzilla. En la primera película, Gojira -su nombre original- es un lagarto prehistórico que ha sobrevivido en una pequeña isla de Japón, donde sus apariciones esporádicas llevan a sus pobladores a considerarlo como una especie de dios. Todo, claro está, hasta que las pruebas atómicas y las bombas de Hiroshima y Nagasaki lo alteran y le hacen salir a la superficie. Una metáfora perfecta del terror y la masacre que podían desatar las armas nucleares que acababa con la moraleja directa del Doctor Yamame, el descubridor del monstruo, diciendo que “otro Godzilla podría surgir si seguían las pruebas atómicas”.

En Estados Unidos, las película original también fue un éxito, aunque en sus cines la película se censuró, eliminado escenas para descargar de culpa a las pruebas nucleares y dejarla como un simple ataque de un monstruo marino enfurecido.

Este carácter de advertencia sobre el riesgo que la humanidad puede suponer sobre sí misma se mantuvo durante buena parte de las primeras películas de Toho, aunque con el descenso de la amenaza nuclear y la mejora del país el tono se fue relajando. Es ahí donde comienza Godzilla como producto, enfrentándose a numerosos monstruos como en la actual película en exhibición, y volviéndose en algunas versiones no una fuerza destructora que actúa sin razón, sino en un aliado del pueblo japonés ante otras amenazas.

GODZILL@ NACIÓ COMO UN REFLEJO DEL TEMOR NUCLEAR Y DE LA IMPOSIBILIDAD DE ESCAPAR A DESASTRES NATURALES.

LA CORTA VISIÓN OCCIDENTAL DE 1998 Y LA VUELTA A LOS ORÍGENES.

Según siempre han manifestado los críticos japoneses, occidente nunca ha conseguido entender del todo el mensaje que se esconde tras el monstruo. Hidetoshi Chiba, profesor de la Universidad Digital Hollywood de Tokio, explicaba al respecto a la BBC que las películas occidentales siempre se han acercado desde un punto de vista equivocado.

“Godzilla puede entenderse como una metáfora del peligro nuclear pero no solo es eso, sino algo más amplio”, señalaba Chiba, sosteniendo que el kaiju está de fondo más relacionado con la ira de la naturaleza, la arrogancia humana y las fuerzas oscuras inmutables. El mensaje, simplemente, de que el ser humano no puede permanecer nunca a salvo de catástrofes incontrolables por mucho que mejore su manejo de la técnica y la tecnología, algo que hunde sus raíces directamente en un país tan azotado por los tsunamis y los terremotos como Japón.

Por eso quizá fue tan criticada la ambiciosa primera versión occidental del monstruo que vimos en la película de Roland Emmerich (1998). En esta historia, Godzilla era el resultado de una iguana -una iguana normal, sí- que se había visto alterada por pruebas atómicas en el Pacífico y que se dirige a Nueva York para desovar, dando una visión del monstruo restringida a su lado animal y despojándolo en gran medida de su vertiente sobrenatural.
En las versiones japonesas más recientes el mensaje antibélico ha vuelto a recuperarse. En la película de 2001 GMK se juega con la idea de que Godzilla está poseído o alimentado por las almas de todos los muertos que causaron los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. O lo que es lo mismo, no solo era una metáfora andante del terror nuclear o las fuerzas de la naturaleza, sino que era un castigo directo sobre el lado más perverso del pueblo japonés, el cual sometió hasta la barbarie varias regiones asiáticas hasta su declive en la Guerra, durante el conocido como Holocausto asiático.
Más reciente es Shin Godzilla (2016), para muchos la actualización del monstruo que necesitaba el cine japonés. En ella vemos a un Godzilla cambiado en sus habilidades y presencia física, pero que vuelve a ser un lagarto enorme que destruye sin motivo aparente, simplemente porque es grande y ha acabado en mitad de una ciudad demasiado pequeña para él. El argumento se vio en Japón como una crítica a la actuación del gobierno durante el desastre de la central de Fukushima, una muestra más de que el terror al peligro atómico sigue vigente y de cómo la burocracia y los intereses partidistas también suponen nuestras propias barreras.

EL GODZILLA DEL MONSTRUO-VERSO: CAMBIO CLIMÁTICO… 

Y llegando a la película ” El rey de los monstruos”, el MonstruoVerso parece habernos aclarado cuál es la naturaleza que nos propone para sus kaijus. En él Godzilla o Mothra son llamados Titanes, seres vivos que llevan en la Tierra desde mucho antes de que fuera poblada por el ser humano y que parecen reaparecer cuando hay una amenaza para la sostenibilidad del Planeta.La película ” El rey de los monstruos”, juega con Godzilla y el Cambio Climático, pero queda por ver cómo actuará, algo de lo que depende la fuerza de la idea

Los titanes, seres que se alimentaban de la radiación de la Tierra y a los que reactivan de nuevo las pruebas nucleares, son simplemente animales colosales que nos señalan lo poco importantes que somos geológicamente para el planeta los humanos. Ellos estuvieron antes que nosotros, y estarán después.

Los monstruos son la “única garantía de que la vida continuará”, como dice Emma Russell, el personaje de Vera Farmiga. Todo ello se une a las escenas que vemos por televisión de continuas noticias sobre desastres naturales o la concienciación de la propia hija de Russell (Millie Bobby Brown) por el Cambio Climático. Godzilla y sus compañeros parece que tendrán una función de restauración del equilibrio en el planeta, al igual que hizo Kong en la Isla Calavera en su propia película.

Pero la película nos deja con la duda de si Godzilla actuará en la franquicia como una especie de redención del ser humano al doblegar a todos los Titanes de nuevo (y por lo tanto librarnos del castigo por machacar tanto a la Tierra) o si al final se volverá contra nosotros. 

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