Os recomiendo Bestiario de tierra y tinta, en el que Andrés Zelada cuenta el origen del proyecto y su importancia como compendio multilingüe de leyendas locales. Lo que empezó como una serie de dibujos para Inktober, un reto mensual muy extendido entre artistas en redes sociales, ha culminado en un precioso bestiario ilustrado que recorre el país y sus criaturas con una mirada llena de fascinación y cariño, explicando brevemente cada una de ellas en los idiomas en que fueron concebidas.
Clara Dies Valls, en 2020, decidió dedicar su reto anual a las criaturas mitológicas de la península Ibérica y las islas Baleares y Canarias. Lo que empezó con la ilustración de un monstruo de leyenda de su zona acabó por convertirse en una aventura de investigación y recopilación que llevó a la autora a descubrir no solo leyendas populares, sino también peculiaridades de los distintos idiomas que existen dentro de España.
La ilustradora quiso aportar una pequeña explicación junto a cada criatura, y acabó reuniendo suficiente material para este pequeño álbum ilustrado. Ella misma se encargó de la edición, maquetación, ilustración, textos… en definitiva, todo lo que no son las traducciones, y sacó el libro adelante por crowdfunding. No existen muchos volúmenes como este, lo cual explica en parte el éxito que tuvo en redes.
Varias asociaciones de conservación lingüística, como Iniciativa pol Asturianu y OSCEC Estremaúra, participaron en las traducciones y la difusión, pero por lo demás ha sido el boca a boca lo que ha conseguido que el libro vea la luz.
UNA FORMA DE CONOCER NUESTRO ENTORNO
Según Clara Dies Valls, “Los mitos nos ayudan a comprender mejor las zonas en las que se originan”;
“Cada sociedad tiene una forma de entender la buena y la mala suerte, inquietudes diferentes… Las historias que cuenta alguien con temor a una mala cosecha distan mucho de las que podría contar, por ejemplo, un obrero industrial con miedo a que le rapten a los hijos”.
Así se originan seres tan dispares como el Nuberu, una personificación del clima asturiano, y la Pesanta, una representación de la parálisis del sueño hecha de sombras que toma la forma de un perro monstruoso. “A veces las leyendas servían para disfrazar deidades y salvarlas del control de la Iglesia, a veces simplemente para conseguir que los niños se fueran temprano a la cama”, continúa. “Nos dan otra perspectiva de la zona en que se originan y, a su vez, conocer esos lugares nos ayuda a comprender mejor sus leyendas”.
REFLEXIÓN
Se encontró con ciertas dificultades a la hora de representar los mitos de ciertas regiones. “En España ha faltado un movimiento divulgativo de la herencia cultural”, explica. “No tenemos unos hermanos Grimm o ilustraciones como las de Iván Bilibin. No ha habido mucho movimiento folklorista más allá de autores que se centran en mitos de su zona, y está todo muy aislado”.
El desprestigio de lo local, especialmente de lo rural, se hace notar en la falta de material recopilatorio. “La gente piensa en otras mitologías mucho antes que en la propia, que muchas veces se queda como una curiosidad turística sin mayor importancia”. Con excepción, quizás, de la mitología vasca, que sí forma parte de la educación y del día a día, con figuras como el Olentzero y los galtzagorri.
Y para acabar, en ese sentido os recomiendo para seguir descubriendo la mitología española, Monstruos ibéricos: ogros y asustaniños españoles de Javier Prado que tiene una aproximación algo diferente, más centrada en la función del mito como fuente de terror, y clasifica los monstruos según el tipo de miedo que provocan. Este álbum también surge de un proyecto Inktober.